Capítulo 4: Mi nueva dieta

Capítulo 4: Mi nueva dieta

Ciao!

¿Recuerdas como terminó el capítulo anterior?

Me habían vuelto a hacer una endoscopia, trás más de 6 meses llevando una dieta sin gluten y además esta vez me habían realizado también una colonoscopia.

….” ¿Qué resultados se evidenciaron?”.

Allí vamos con la segunda parte de mi búsqueda….

Que por lo visto la dieta sin gluten había dado sus frutos, mis vellosidades estaban mucho mejor y en el colon no se evidenciaba nada, a parte de algún pólipo sin importancia que habían aprovechado para quitarme.

Así que la doctora, mi doctora María, dado que a estas alturas ya llevamos unos años conociéndonos, dió mi caso por cerrado: “Perteneces al 5% de la población que aunque no presenta marcadores como celiaca, lo eres, además intolerante a la lactosa y a seguir tu dieta SIN ambos alimentos y vamos a ver con el tiempo si esto va mejorando”.

Tengo que reconocer que por una parte salí contenta, que por lo menos mi esfuerzo con la dieta estaba dando sus frutos, pero por otra, frustrada, porque mis síntomas seguían allí y yo quería estar bien al 100%, no a medias.

Así tras dejar unos días reposar las novedades, decidí que no podía desistir en mi búsqueda, que mi objetivo era estar realmente bien y que no lo podía dejar y que si la medicina normal ya me había puesto una etiqueta, cosa que agradecía enormemente y que necesitaba, esto no era suficiente, tenía que seguir buscando.

Y por allí empezó una nueva etapa, la donde todo el mundo te comenta que tiene algún conocido que ha sufrido o está viviendo algo parecido y que ha probado alguna terapia alternativa, que le está funcionando.

Y tu te encuentras en una situación donde te sientes tan vulnerable que lo único que quieres es estar, sentirte bien y por ello estás abierto, no te cierras a nada, lo quieres probar todo…por si acaso te funcionase a ti también.

Así que mi nueva etapa fue la que definí: la de las medicinas ALTERNATIVAS, …empezando por la homeopatía, a la cuál recurrí 2 veces, a dos médicos distintos que por supuesto me habían recomendado dos buenas amigas…pero la verdad, así como en otros casos me funciona y me había funcionado, para prevenir gripes y constipados, para mis problemas de intestino no fue lo mismo.

Tras probar la homeopatía, el destino quiso que me encontrara, gracias a mi trabajo anterior, con una persona profesionalmente y aún más personalmente fantástica, una doctora: Lourdes, que tenía un enfoque distinto de relacionarse con la enfermedad.

La veía como un TODO, donde no solo había que mirar el cuerpo, sino que también la mente y que me ayudó a consolidar mis hábitos alimentarios, que ya habían ido cambiando, pero gracias a Lourdes, tomé consciencia real de la importancia de cuidarse en lo primero: nuestra alimentación y que finalmente “somos lo que comemos.”

Fue en este momento que empecé a preguntarme el PARA QUÉ y no solo el porque Kia había entrado en mi vida.

Así que empecé a comer de forma muy disciplinada 5 veces al día, como los bebés, a evitar las frutas tras terminar las comidas y a introducirlas en el desayuno y en las meriendas a media mañana y a media tarde, a no mezclar carbohidratos con proteínas y a disminuir la ingesta de los primeros, a introducir alimentos muy ricos en calcio, respectando el sin lactosa, como los frutos secos y el pescado azul, a eliminar prácticamente del todo los fritos, a excepción de unas buenas patatas, una dos veces al mes, y siempre caseras, controlando los aceite y las frituras.

Además no me privaba de mi máximo placer desde pequeña: el dulce, pero no pudiendo ser ya bollería, aunque había de sin gluten y sin lactosa muy lograda (poco a poco me había transformado en una experta de productos con estas características, de las tiendas donde podía encontrarlas, de las pastelerías, de los restaurantes y una lectora muy minuciosa de todas las etiquetas e ingredientes de cualquier producto), porque prefería no abusar, descubrí algo que hasta al momento no había tenido en consideración: el chocolate negro.

Desde allí empezó mi relación con él y hay que decir que cada año ha ido en creciendo y aunque no me considero, ni mucho menos, una adicta al chocolate, tras cenar, varios días a la semana me concedo como postre el lujo de 1-2 pastillitas de chocolate 70% negro…que placer.

Así que mi encuentro con Lourdes fue seguramente muy determinante para conseguir hacer las paces con “mi comer” y volver a disfrutar del placer de sentarse en la mesa.

Sobretodo el gran descubrimiento fue llegar a ser CONSCIENTE de lo que comía, de cómo me afectaba cada alimento, introduciendo, quitando, descubriendo.

Desde aquel momento, en mis desayunos SIEMPRE hay fruta y mi dosis de pan con pavo o con mermelada y queso sin lactosa, acompañado por mi taza de te verde o cualquiera otra infusión, mi otra pasión.

En mis comidas y en mis cenas casi siempre hay pescado, azul en las comidas, blanco en las cenas, o pollo y pavo a la plancha, muy a menudo acompañado de verduritas asadas o a la plancha al medio día y de cremas vegetales por la noche…como dicen en mi casa soy la “reina” de las cremas: un día de calabaza, otra de calabacín, otra de zanahorias, puerros y patatas…en fin, será por verduras.

A partir de allí, mi diagnóstico ha ido avanzando y aunque te cueste creerlo, actualmente parece que los médicos hayan llegado a la conclusión de que no sea celiaca y de que pueda tener la enfermedad de Crhon (ya te hablé de ella en algún post anterior, pero de momento esta historia la dejamos para un nuevo cuento).

Llevo ya seis años y medio siguiendo esta misma dieta sin gluten y sin lactosa y las veces que lo he intentado reintroducir, en seguida he notado malestar y síntomas que, en cambio, sin comerlo ya no experimentaba, así que me costaría mucho a fecha de hoy cambiar mi alimentación.

Porque, lo mejor de todo es que disfruto mucho con ella…no me imagino un desayuno sin tostadas y frutas, o un día sin alguna verdura, o sin una taza de té verde o algún otro tipo de infusión al acabar una comida o en cualquier otro momento del día…ni más de dos días sin mi pescadito a la plancha…y, siendo madre de dos niños, procuro transmitirles este tipo de alimentación para que ya desde pequeños, aprendan a comer de la forma más saludable posible y al mismo tiempo, disfrutar de una buena comida.

Con estos pequeños y grandes cambios en mi día a día la verdad es que me empecé a encontrar mucho mejor, aunque es cierto que todavía no conseguía estar del todo bien, pero había llegado por fin a ACEPTAR KIA y no solo a tolerarla, había llegado a quererla tal y como era, con sus defectos y con sus virtudes y gracias a este paso, muy importante, volvía a disfrutar de uno de mis placeres favoritos: la buena comida sin sentirme este “bicho raro”.

Además todo mi entorno estaba mucho más sensibilizado por mi parte y aún más por sus ganas de apoyarme, desde mi suegra que iba experimentando pasteles cada vez más ricos y mejores de los con gluten, a mis compañeras de trabajo que hacían bizcochos con levaduras y leches especiales.

Cada vez más el entorno social a mi alrededor iba avanzando, los supermercados iban poniendo etiquetas con ingredientes claros, los restaurantes iban ofreciendo cartas para celiacos, los hoteles se iban formando…y aunque en todo lo que son los servicios de hostelería y restauración aún hay mucho camino por recorrer, las cosas estaban cambiando y aún más ahora gracias al nuevo reglamento de la UE del etiquetado alimentario obligatorio.

Además la medicina también evoluciona y a día de hoy, aunque aún no haya nada que ayude a tolerar el gluten, si tengo la opción, cuando quiero comer algo que lleve lactosa, una buena pizza por ejemplo, aunque sea sin gluten, con su dosis de mozzarella y de la buena (no te olvides que soy italiana y además napolitana), puedo hacerlo dado que existen unas pastillas en el mercado, que contienen Lactasa, un enzima que permite digerir la lactosa de forma más fácil.

Pero mi viaje aún no había terminado, porque cierto es que continuaba a tener molestias y a veces muy agudas, había decidido parar de dar vueltas por hospitales, así como experimentar nuevas medicinas, pero es cierto que no estaba bien y tuve dos sustos que me volvieron a hacer tomar conciencia que para cuanto estaba feliz con mis nuevas costumbres alimentarias e iba controlando el dolor, aún no lo había superado y tenía que volver a luchar para encontrarme mejor.

Había que volver a actuar…¿Qué hice?

Ya sabes, para saberlo a seguir leyendo dentro de unos días…

Y mientras: ¿Tu que dieta sigues? ¿Que te funciona mejor? ¿Durante tu vida has tenido que cambiar tu alimentación? ¿Porque razón? ¿Que beneficios has notado? …venga, espero “leerte” y compartir contigo…

Un beso y hasta pronto

Claudia

La-Dieta-Sin-Gluten

Submit a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *