Capítulo 2: Primer diagnóstico y sus emociones

Capítulo 2: Primer diagnóstico y sus emociones

Ciao!

¿Recuerdas donde nos quedamos la semana pasada?

Con esta pregunta:

¿Que decían los resultados de la endóscopia?...

Pués allí vamos…

Los resultados de la prueba que había ido acompañada por una biopsia de un trocito de células del epitelio intestinal, habían revelado que a pesar de no presentar marcadores serológicos que identificaban la presencia de la enfermedad celíaca, cosa que en las primeras analíticas se habían comprobado (no llegaba a presentar los niveles de la anti-transglutaminasa tisular: AAtTG o TGt que daban positivo, por encima de 2-3 U/ml).), SI tenía las vellosidades intestinales atrofiadas, del tipo Marsh 3, o sea una atrofia elevada de la mucosa intestinal.

¿Qué quería decir esto?

Que no obstante mi analítica había presentado una serología negativa a la enfermedad de la celiaquía (por la ausencia de anticuerpos en mi sangre) el resultado de la biopsia decía que si presentaba la enfermedad celíaca.

Eso generaba que mis células a la hora de entrar en contacto con los nutrientes provenientes de mi alimentación, estando atrofiadas, no podían realizar el trabajo de absorción, por lo tanto las funciones de la comida de ser mi carburante para afrontar el día, mis miles de actividades, venían menos y de allí mis mareos por las mañanas, mis diarreas, mi perdida de peso…y la inflamación constante de mi intestino, que me provocaba mi continúo hinchazón.

Todo empezaba a tener un sentido, mi médico parecía satisfecho de lo descubierto, ya le podía dar un nombre, aunque no estaba del todo seguro por vía de los resultados de los marcadores, pero su recomendación fue empezar una dieta sin gluten y así me despidió.

Comentó que había un 5% de la población que aunque teniendo los marcadores de la celiaquía negativos, presentaba la intolerancia al gluten y yo podía pertenecer a este %…la única manera de comprobarlo era empezar una dieta sin gluten y en seguida, si era esto efectivamente mi problema, habría empezado a notar los resultados.

Pero un momento: ¿Qué era esto de la celiaquía? ¿Qué era el gluten? ¿Quien era Celia? ¿Quién era Kia? ¿Por qué de repente habían entrado en mi vida, sin pedir permiso…?

Aunque ahora, a raíz de tantos años y de mi formación y práctica del coaching, mi pregunta sería más en concreto. ¿Para qué? ¿Qué querían comunicarme? ¿Qué me estaban diciendo?.

Seguimos paso a paso.

Lo primero que pensé fue: Bien, ya tengo un diagnóstico, se lo que me pasa…pero pocos segundos después hice lo que nunca se debería de hacer cuando te dan el diagnóstico médico sobre algo: entrar en Internet y ponerme a buscar información…y allí empecé a leer y a ver que era lo que podía comer pero SOBRETODO, que era lo que NO podía comer…y me pareció que era mucho más largo el listado de lo que NO podía de lo que Si podía…PASTA, PAN, BOLLERÍA INDUSTRIAL, PIZZAS…mi mundo se estaba derrumbando por segundos, mi educación alimentaria, mis recuerdos de infancia, la cocina de mi madre, mis platos favoritos…todo esto era lo que NO podía comer a partir de ahora, porque contenía GLUTEN.

Pero un momento…

¿Qué era esto del gluten?

Se trata de una proteína contenida exclusivamente en la harina de los cereales de secano, fundamentalmente el trigo, pero también la cebada, el centeno y la avena, o cualquiera de sus variedades e híbridos (espelta, escanda, kamut, triticale…). Representa un 80 % de las proteínas del trigo. Está compuesto de gliadina y glutenina.

Es responsable de la elasticidad de la masa de harina, lo que permite que junto con la fermentación, el pan obtenga volumen, así como la consistencia elástica y esponjosa de los panes y masas horneadas.

Lo bueno es que el gluten no es una proteína indispensable para el ser humano y puede ser sustituido sin ningún problema por otras proteínas animales o vegetales cuando es preciso realizar una dieta libre de ello.

Entonces empecé a preguntarme:

¿Qué es lo que comería a partir de ahora?

¿Qué es lo que desayunaría?

¿Qué haría para comer en el trabajo?

¿Qué haría par ir a comer a un restaurante?

¿Qué haría al marcharme de vacaciones a un hotel o en otro país?

…Puff, cuantas preguntas sin respuestas…

Mi primera sensación de alivio por poner un nombre a lo que me estaba pasando se transformó en una sensación de agobio, incertidumbre, un mar de dudas, preguntas y desconocimiento…estaba abrumada por completo, se me abría un mundo todo por conocer, no solo iba a cambiar mi vida, también la de toda mi familia y de mi entorno más cercano, tanto personal como profesional.

Que vamos… de entrada, Kia no me resultó para nada simpática, ni mucho menos agradable o divertida, solo pensar en ella me hacía entrar ganas de llorar.

Mi carácter empezó a cambiar, me entristecí, tenía malhumor y sobretodo los con quien tenía más confianza, mi pobre marido, mi familia política, mi familia Italiana, lo notaron o mejor dicho lo sufrieron.

Mi médico había sido claro: “sobretodo los primeros meses elimina el gluten por completo, solo así sabremos si realmente es la celiaquía el problema que tienes y más adelante volveremos a repetir las pruebas y veremos si eliminando el gluten de tu dieta, los resultados han mejorado” estas habían sido exactamente sus palabras.

Así que era esta la verdadera y última prueba que me quedaba por hacer por confirmar si lo que tenía era celiaquía o no, eliminar de mi dieta el gluten y ver si mi sintomatología mejoraba.

El gluten, una proteína presente, como comentaba anteriormente, en muchos más alimentos de lo que de entrada te podrías llegar a imaginar …hasta en embutidos, infusiones y carne picada.

Pero bueno, no fueron todas sensaciones negativas…lo bueno, y mucho, que nada más eliminarla y de la forma más radical, como me había dicho el médico, mareos y vómitos desaparecieron…el peso se normalizó, aunque no volví a recuperar los kilos perdidos, pero por lo menos no bajé más.

Esta era una gran noticia…aunque mi hinchazón, mis problemas de ir de vientre, seguían allí…no acababa de encontrarme bien del todo.

A esto se añadía que cada vez que había una celebración en el trabajo, me iba corriendo al lavabo a llorar porque no podía tocar los perfumados croissant, ni los crujientes bocadillos, ni los esponjosos pastelitos caseros de mi compañera Yolanda.

Cuando me invitaban a comer a casa de alguien, para poder disfrutar como los demás, me preparaban algo distinto, pero al principio el resultado era que me sintiera un bicho raro y que solo me apeteciera probar lo que no podía comer.

Total, todo esto hacía que la situación estaba resultando más dura de lo que imaginaba.

Sobretodo, porque, si por lo menos estos sacrificios hubiesen significado eliminar del todo mi malestar, hubiera merecido la pena, pero en cima de renunciar a tanto, no estar bien del todo, eso si que me costaba soportarlo.

Así que tuve claro que mi diagnóstico no había sido definitivo…si quería encontrarme bien del todo, necesitaba investigar más…y aunque ya empezaba a estar algo cansada, me armé de valor, con el apoyo incondicional de mi marido Dani que por suerte me acompañaba a todas las pruebas y decidimos seguir con la búsqueda.

¿Por donde decidimos seguir?

Pues ya sabes….para saberlo solo tendrás que esperar un poco

…TO BE CONTINUED.

Y mientras, te animo a compartir, si te apetece:

¿Cómo llegaste a tu diagnóstico y cuáles fueron tus primeras emociones?

Te escucho.

un bacio ed a presto

Claudia

dia-internacional-celiaquia

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