Capítulo 1: ¿Cuando y donde conocí a KIA?

Capítulo 1: ¿Cuando y donde conocí a KIA?

Cap 1 La Clínica

Kia apareció en mi vida en octubre de 2008. Recuerdo perfectamente el día, aunque en aquel momento lo que si no tenía nada claro es que hubiera habido un antes y un después tras nuestro primer encuentro.

 ¿Quién era yo antes de este día?

ERASE UNA VEZ…Una chica corriente, de 32 años, muy decidida en todo lo que se proponía, trabajadora, orientada a resultados, apasionada de lo suyo y de los suyos y muy exigente consigo misma.

Era una chica casada, con un marido muy cariñoso y presente, con una bebé de 8 meses, con un nuevo trabajo que me exigía o bien yo decidí que me exigiera dedicación full time, que superaban las 8 horas diarias que tenía establecido en mi contrato y a que le dedicaba una tiempo seguramente excesivo, mirándolo ahora con perspectiva…pero, ya se sabe, las cosas con tiempo siempre se ven con más objetividad.

Y siguiendo con quien era, era también una chica italiana, que daba importancia a la comida, pero ni mucho menos como la que le doy ahora, que basaba su alimentación en una buena ingesta de carbohidratos, básicamente concentrados en: pasta, pizza y bollería industrial, aunque, por suerte, también muy acostumbrada y amante de la verdura, la fruta, las legumbres y más que todo del pescado.

Y esta a grandes rasgos y de forma muy resumida era yo 6 años y medio atrás, antes de conocer a KIA.

Pero como os contaba, tras este encuentro, hubo un antes y un después y ahora Claudia es otra persona y aunque en muchos aspectos sigo siendo la misma, en otros he cambiado del todo o bien en parte…

¿A peor o a mejor? Pues supongo que hay un poco de todo, pero quiero pensar que en general, a mejor 🙂

Vamos por partes.

El día que apareció KIA, hacía justo un mes que había dejado de amamantar a mi primera hija y que me había reincorporado a mi jornada completa en el trabajo, luchando con mi sentido de culpabilidad por dejar todo el día a mi niña con extraños y no habiendo aún conseguido superar  el conflicto que me había generado esta lucha.

Una noche de octubre empecé a tener mucho frío y a temblar sin parar. Recuerdo como si fuera ayer que mi marido empezó a traerme mantas, a medirme la temperatura y cosa muy extraña en mi, tenía fiebre alta y lo que más nos asusto fue el color de mis labios: eran completamente violetas.

Pero el susto de aquella noche no fue mucho más allá, pasé la velada abrazada a la bolsa de agua caliente y tiritando y el día siguiente ya estaba recuperada o por lo menos eso creía.

Porque a partir de allí KIA ya había entrado en mi vida, lo único que no se había presentado como tal, había decidido quedarse silenciosa y tras una entrada tan ruidosa, había apostado por estar en la sombra durante un tiempo.

Así que desde allí empezó todo.

¿Cuales eran mis síntomas?

Por la mañana, me mareaba cada vez que acababa de desayunar mis magdalenas o bollería industrial, lo que durante 32 años había acostumbrado a comer nada más despertarme…así como, cuando terminaba de comer mi plato de pasta, al mareo se le sumaba una sensación de pesadez increíble y lo peor, un hinchazón de barriga que parecía volviera a estar embarazada de unos 3-4 meses.

Con el paso de los días, no solo se volvían a repetir estos síntomas, se añadió también que empecé a vomitar, aunque sea solo comiendo un yogurt con trocitos de frutas.

Además acusaba una perdida de peso de unos 4 kilos, que para un persona más bien delgada como yo se notaban y mucho y más teniendo en cuenta que venía de un embarazo y una lactancia de 7 meses, que en lugar de hacerme subir, como ocurre en la mayoría de casos de peso, me dejaba con 4 kilos por debajo de mi peso anterior.

Iba manifestando también episodios de diarreas, alternando al mismo tiempo otros días de restriñimiento.

Bueno, el tema empezaba a merecer unos controles.

El punto de inflexión, fue cuando tras unos cuantos días así, un medio día, después de comer en el trabajo, me tuve que ir corriendo a urgencias porque la barriga se me había hinchado mucho más que las veces anteriores, llevaba unos días sin poder ir de vientre, tenía muchos gases y me dolía de forma insoportable la barriga…en pocas palabras: no me aguantaba recta.

Allí recuerdo que me hicieron un ecografía, comprobaron que tenía muchos gases y heces en el intestino, me recetaron Aero-red para destruir la acumulación de las burbujas de gas que se me iban generando en cada comida, me dijeron de evitar todo lo crudo, como las ensaladas y de beber mucha agua y sin más, me enviaron para casa.

Pero con el paso de los días, aún siguiendo estas recomendaciones a raja tabla, las cosas no iban a mejor, así que decidí de coger hora con un gastroenterólogo .

Siendo yo italiana no tenía muchas referencias de médicos, así que fue al de la clínica donde había tenido mi hija, teniendo confianza en la estructura que me había atendido ya anteriormente, aunque sea en otras circunstancias.

Allí el gastroenterólogo que me atendió, un médico muy amable y con bastante experiencia (más adelante me confirmaron su buena reputación) me dijo que tratándose de algo que persistía ya desde hace un tiempo, teníamos que ir descartando opciones, así que me prescribió unas primeras pruebas.

Entre ellas recuerdo la del helicobacter pylori, una bacteria que en muchos casos genera inflamación del estomago, justamente lo que a mi me estaba pasando.

Si tras la prueba se hubiese confirmado que tenía este microbio, hubiese sido muy fácil eliminarlo con una antibiótico y su presencia hubiese explicado muy bien mis síntomas, así que estaba deseando tenerlo. También me prescribió unas pruebas de heces, para ver si tenía algún otro parásitos y una analítica de sangre, para descartar que no tuviese algunos de los valores básicos irregulares.

Me fui de la consulta, recuerdo, mi primera consulta de una larga travesía, con esperanzas de encontrar rápidamente la origen y por lo tanto la solución a mi malestar, que cada día se hacía más presente y desagradable.

Pero no, tras hacer todo lo encomendado, no salió nada en las pruebas, así que volví a mi médico con nuevas preguntas y el, más que respuestas, me dió nuevas pruebas a realizar, esta vez más “invasivas”, recuerdo perfectamente que estas fueron sus palabras, y me dijo que tenía que hacer una endoscopia.

¿En que consistía esta prueba?

Se trata de una técnica diagnóstica que consiste en la introducción de una cámara o lente dentro de un tubo o endoscopio a través de un orificio natural, en este caso la boca, para visualizar el tubo digestivo.

Por supuesto me recomendó de hacerla con anestesia, porque que te introduzcan un tubo por la boca ya mentalmente no es de lo más agradable, pero tengo que decir que con anestesia, es una prueba totalmente llevadera, que además no necesita de una gran preparación, solo unas 6 horas de ayunas previas.

Así que puesto que ya estaba decidida a saber que era lo que me estaba generando este malestar tan desagradable, realicé la prueba y esta vez si que por lo visto salió algo y por fin, mi amiga KIA, que ya llevaba un tiempo conviviendo conmigo, fue cuando decidió presentarse públicamente.

¿Que decían los resultados de la endóscopia?…

Pronto te los contaré, en el segundo capítulo de mi historia: el diagnóstico…

¿Y tu? ¿Algunas vivencias parecida? ¿Que síntomas? ¿Que pruebas?

Recuerda que mi historia quiere ser solo un ejemplo de las miles, incluida la tuya, que hay de parecidas frente a una enfermedad crónica y nuestra manera de aceptarla y superarla…así que te espero.

¡Hasta pronto!

Baci

Claudia

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